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La risa del rey

El rey Duregar era famoso por ser todo un cascarrabias. Se decía que nunca reía, que nunca sonreía o era amable, quienes le conocían desde su juventud, sabían que no siempre había sido así. Hubo un tiempo en el que fue alegre y risueño. Pero todo había cambiado años atrás al fallecer su esposa de forma prematura. Hacía tiempo ya que su hija tenía edad de casarse, pero el rey rechazaba a todos los pretendientes, los nobles del reino estaban realmente preocupados porque el rey era ya un hombre de edad avanzada y la continuidad del reino corría peligro si no se buscaba pronto un heredero. Así pues, uno de los nobles más cercanos al rey, su antiguo amigo y consejero le hizo una propuesta. -Majestad, creo que ya va siendo hora de que alguien despose a vuestra hija. -No hay nadie lo suficiente bueno para ella y tú lo sabes, los pocos buenos hombres de este reino están casados ya y son muy viejos, la joven nobleza no vale para nada, son una panda de lamebotas inútiles.

La bailarina de sueños

Ya había llegado la noche del solsticio de invierno y como cada año a Katia le tocaba cumplir una tarea trascendental, alimentar los buenos sueños de los humanos, especialmente los de los más pequeños, tal era el cometido de éste hada del invierno. Así pues, empezó el ritual que llevaba realizando siglos, abrió un pequeño cofre que siempre llevaba consigo y extrajo su mágica tiara de oro blanco y diamantes que aumentaba su influencia sobre los humanos hasta niveles insospechados. Se la colocó sobre sus blancos y bellos cabellos. Conectó los auriculares a su teléfono móvil, se los puso,le dio al play y comenzó a danzar, al son de la música en aquella noche estrellada. Lo único que había cambiado en todos aquellos siglos, era la música utilizada que dependía de la época en la que se encontrara, desde los años 50 la canción escogida era "Jingle Bell Rock", en alguna de sus múltiples versiones en función de la década. Mientras danzaba, los mortales comenzaban a soñar, bajo la

Un incendio psicodélico

Oscar tenía claro que aquella iba a ser una gran noche aunque los inútiles de sus amigos le hubieran dejado plantado, otra vez. Así que había quedado con Chuso, el camello del barrio para que le diese una buena dosis de dietilamida de ácido lisérgico, más conocida popularmente como LSD. En apariencia, no era nada llamativo, tenía un aspecto hasta inocente, un pequeño trozo de papel con el rostro de Pikachu, pero como él bien sabía , solo con ponérselo un rato sobre la lengua empezaría a sufrir alucinaciones, entre otros posibles efectos, algunos de los cuales prefería obviar. Caminó hacia el sofá, pisando en el trayecto fragmentos de cristal, procedentes de alguna botella rota, de las tantas que había dispersas por el mugriento suelo. Por enésima vez pensó que debía dar una buena limpieza a todo eso, pero no sería ese día. Se dejó caer sobre el sofá a peso muerto y los muelles de este chirriaron con un horrible quejido, como quejándose. Algo inusual dado que apenas pesaba cincuenta

Habitación de pesadilla

Nada más despertar, notó que algo iba mal, en vez de notar el mullido colchón de su cama notaba una superficie fría, húmeda y dura. Todo el lugar olía a tierra mojada y a podredumbre. Palpó a tientas por las paredes en busca de un interruptor, mas no halló ninguno. Sin embargo, se topó con una puerta, pero por mucho que lo intentó, no pudo abrirla de ningún modo. Estaba encerrado en aquel lugar,no sabía muy bien qué podía ser. ¿Quizás una especie de sótano? ¿Qué hacía allí? Inmediatamente su mente se puso a maquinar, estuvo largo rato valorando las más absurdas y locas teorías hasta que llegó a la única posibilidad lógica, mas no por ello menos terrible o perturbadora. Alguien le había encerrado. Pero por más que lo intentara no recordaba nada de aquello. No tenía ni idea de quién era el responsable, cómo le había conducido a ese lugar o por qué lo había hecho. En aquel momento, algo cambió, un leve resplandor, se coló por algún resquicio de la puerta iluminando apenas la estan

La reina de sangre

En el extremo septentrional del mundo, existe una región donde siempre reina la oscuridad. Una gran isla, o un pequeño continente, según a quién le preguntes, sumido en una noche eterna, nadie sabe a ciencia cierta si esto es así debido a su singular localización o debido a algún tipo de magia ancestral, pero de que es así, no cabe dudas. O eso afirman las leyendas, pues pocos son los testigos que han llegado a este lugar y han vuelto con vida sin haber sido invitados. Y quienes son invitados al reino de la noche, rara vez hablan de ese lugar, pues probablemente, los tomarían por locos, pues es difícil de creer para los profanos que un lugar como este exista en el mundo.  La localización exacta de la isla, es incierta, muchos mapas ni siquiera la recogen y los que la hacen, suelen diferir entre sí en este punto, esta imprecisión se debe a que pocos cartógrafos han sido lo suficientemente osados o temerarios para siquiera intentar acercarse a este lugar. Las historias dicen que qu

Aquel bello amanecer

Aquel bello amanecer -¿No es precioso?-dijo ella, cogiéndome de la mano- El Sol abriéndose paso entre las nubes, tiñéndolo todo de ese bello tono anaranjado. La extensa pradera, salpicada por árboles y arbustos aquí y allá. Este gran árbol aquí junto al banco. Qué bella vista. Qué momento para estar vivos. Qué paraje para recrearse durante horas aquí sentados y nada más. ¿Y éste camino adoquinado? ¿A dónde ha de llevar? Quién sabe las aventuras que nos podría brindar. Yo mientras tanto, contemplaba su rostro. Su mirada iluminada con un brillo intenso, su amplia sonrisa, la devoción con la que hablaba. Aquellos ojos almendrados que me habían robado el corazón, aquellos labios que despertaban el fuego de mi interior. La rodeé con mis brazos y la acerqué a mí. Ella me miró algo confundida. Como si acabara de despertar de algún hechizo. Acaricié tiernamente su rostro, ese bello rostro angelical. -Sí-dije- éste es en éstos momentos el lugar más hermoso del mundo. -¿En éstos